La palabra "historia" significa investigación y viene, como muchas otras palabras castellanas, del griego. Ese es su origen etimológico, pero, ¿qué es la historia?
A través del tiempo se han elaborado diferentes definiciones, aquí seguiremos brevemente la obra Introducción a la historia, de Marc Bloch, renombrado historiador francés, fundador -junto a Lucien Febvre- de una corriente historiográfica de gran influencia en el siglo XX: La Escuela de los Annales.
Bloch busca el objeto de estudio de la historia para definirla. No comparte la idea, tan extendida entre nosotros, de que la historia sea la ciencia del pasado, esto, además de simple, es inexacto, nos dice.
Haciendo eco de historiadores anteriores a él -como Michelet o Fustel de Coulanges- explica que el objeto de la historia es el hombre. Y aun lo precisa mejor: la historia estudia al hombre a través del tiempo.
Esta definición nos lleva a considerar que el tiempo presente también es objeto de la historia, cuestión debatible, pues para muchos historiadores los sucesos de actualidad deben dejarse para otras disciplinas como la sociología o la economía, por ejemplo.
Ante esto Bloch argumenta que es imposible comprender a los hombres tomando solamente sus reacciones en un determinado momento. Además, un historiador que no gusta mirar en torno suyo, ni a los hombres ni a los acontecimientos que le rodean -es decir, su actualidad- merece ser llamado un anticuario en lugar de historiador.
Otro argumento que utiliza para defender su tesis es que en muchas ocasiones el presente es muy importante para comprender el pasado.
Finalmente nos dice: "No hay, pues, más que una ciencia de los hombres en el tiempo y esa ciencia tiene necesidad de unir el estudio de los muertos con el de los vivos".
¿Cómo llamar a esa ciencia?: simplemente, historia.
Bloch busca el objeto de estudio de la historia para definirla. No comparte la idea, tan extendida entre nosotros, de que la historia sea la ciencia del pasado, esto, además de simple, es inexacto, nos dice.
Haciendo eco de historiadores anteriores a él -como Michelet o Fustel de Coulanges- explica que el objeto de la historia es el hombre. Y aun lo precisa mejor: la historia estudia al hombre a través del tiempo.
Esta definición nos lleva a considerar que el tiempo presente también es objeto de la historia, cuestión debatible, pues para muchos historiadores los sucesos de actualidad deben dejarse para otras disciplinas como la sociología o la economía, por ejemplo.
Ante esto Bloch argumenta que es imposible comprender a los hombres tomando solamente sus reacciones en un determinado momento. Además, un historiador que no gusta mirar en torno suyo, ni a los hombres ni a los acontecimientos que le rodean -es decir, su actualidad- merece ser llamado un anticuario en lugar de historiador.
Otro argumento que utiliza para defender su tesis es que en muchas ocasiones el presente es muy importante para comprender el pasado.
Finalmente nos dice: "No hay, pues, más que una ciencia de los hombres en el tiempo y esa ciencia tiene necesidad de unir el estudio de los muertos con el de los vivos".
¿Cómo llamar a esa ciencia?: simplemente, historia.
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